sábado, 9 de agosto de 2008

La noche

Como quisiera yo hablarle a la noche si me contestara, pero el silencio que es mudo, no puede expresar lo que la noche quisiera manifestar, porque no fue instruida a tiempo.
Oh noche, que bella te pondrías si tú hablaras, tus ojos como dos huecos profundos, son más oscuros que el mismo abismo y los apreciaría si al hermosearse me dieran luz, para aquilatar lo que llevan por altar, si trataran de meditar desde más adentro.
Y si abrieras tu boca sedienta como manantial sin agua, no sabrías que decir y por tu terquedad, al no saber qué dar, sólo te queda fingir, para aparentar lo que te hace tartamudear.
Oh noche, como desearía yo que amanecieras con la luz mía y tu compañía ya no sería la penumbra sino la otra, la que alumbra, la que sabe hablar y la que te puede ayudar a caminar.
Y como algo mágico, quitando todo lo trágico, te levantarás y me llamarás día, cuando me reconozcas como tu mejor compañía.

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