A la vida se le puede comparar con una escalera, donde a veces se sube, a veces se baja y cuando se está arriba, sólo para apreciar lo material, el alma queda muchas veces sin tener ya que apreciar y tedioso es volver a comenzar, trabajando nuevamente sin descansar.
Pero diferente es escalar, para llegar a comprender lo que significa lo inmaterial y aunque se suba y se baje, el alma irá encontrando el sentido a su triste vida. Pero cuando la halla, estalla de alegría al cambiar el estado de su vida, quedándole sólo la triste pena por las demás almas, que se quedan sin ver lo que esta alma ve.
Y ahora ya no quiere ver nada de lo que la enfermó, porque triste es la que vive atormentada, como si nadara sin agua, quedando solamente en el vacío. Pero la que puso atención aprendió a distinguir bien, porque escuchó con el oído profundo lo bueno y lo malo y ahora sólo busca vivir en una mejor morada, porque ya discierne lo que le conviene.
Y aunque siga todavía subiendo y bajando, lo importante es que entendió el significado de este reino celestial y sólo piensa en amanecer temprano, para volverlo a ver desde su interior.
Y sin darse cuenta va dejando la vida material, donde sólo se trabaja para alimentar la vanidad, la cuál está muy lejos de que se pueda crecer en espiritualidad y así el alma seguirá creciendo hasta que ya no vuelva a subir y a bajar, porque sabrá ya lo que realmente desea, dejando la escalera que le sirvió mientras pensaba en la tierra.
Y por haber visto después con otra visión superior, eso le sirvió para subir a la espiritualidad, llegando a la eternidad.
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