sábado, 21 de agosto de 2010

Señor de mi alma

Mi espíritu se está abriendo y qué majestuoso cielo veo dentro de mí
¡Oh, Señor de mi alma!, será que viviré con algarabía el resto de mis días, sin desear otra alegría que la de vivir en tu compañía
Mi alma se extasía en tu amor, en el manantial de tu bondad me regocijo
Cuando con juicio pienso, en mi razón te encuentro y hablo con reflexión
¡Oh, Señor de mi alma!, deseo que seas el rey de mi casa, mi alma, la que me da calor de dulce hogar cuando en ella moras
Tu sabiduría me hace vivir despierta a la vida, y con suprema alegría, al entender que sólo con ella el hombre puede protegerse de la vil tentación y de la insensatez
En ti, mi mente se aquieta con paz y sosiego y mis ojos ciegos vuelven a ver en tu resplandor
Eres mi lámpara y mi guía, me haces navegar con seguridad en el mar de la vida
No deseo jamás alejarme de ti porque podría perderme y quedar tristemente atrapada entre las olas de aflicción y de eterna confusión
Si he de morir por ti, moriré, porque no hay muerte más sublime que la que tú padeciste por amor
¡Oh, Señor de mi alma!, serás siempre mi eterno redentor y por siempre mi Señor

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